INTRODUCCION
Este documento tiene un significado histórico en la trayectoria del MNR, porque marca con justeza la realidad argentina, su dependencia económica de los monopolios extranjeros y plantea cuál había de ser la salida que nuestro pueblo impondría a la dictadura instaurada en el poder en el año 1966.
Frente a la confusión de las grandes mayorías nacionales, frente a las distintas opiniones de las corrientes políticas, el MNR asume la responsabilidad de convocar a las mayorías nacionales a la resistencia a la dictadura, a buscar salidas para la argentina dentro de las posibilidades que nos otorga la realidad nacional; a no entrar en discusiones estériles que sólo servían para desvirtuar cuál es el enemigo fundamental.
Por eso, el MNR convocó al pueblo argentino, a luchar por la exigencia de elecciones libres sin proscripciones, sin limitaciones y por la vigencia de condiciones que permitan la libre expresión y organización de las mayorías nacionales.
El tiempo ha transcurrido, marzo de 1973 es un hecho. El pueblo argentino no se equivoca; su participación irreversiblemente nos marca la construcción futura de la liberación nacional.
Porque tenemos confianza, porque aprendemos de él, estamos junto a nuestro pueblo.
EL MNR ANTE EL CONSEJO NACIONAL DE CENTROS DE LA FUA
(Proyecto presentado a la Asamblea de Centro)
El CNC (Consejo Nacional de Centros) constituye una oportunidad para que la FUA (Federación Universitaria Argentina) canalice una actitud trascendente de lucha contra esta dictadura, de formas políticas falangistas que, en defensa de los intereses del imperialismo, sojuzga al país.
El 28 de Junio se produce un hecho muy simple. Las fuerzas armadas, vinculadas en sus mando e instigadas por el Pentágono y sus aliados nacionales (Fundamentalmente el fondo- frigerismo), dan el golpe de Estado, con el objetivo de frenar el desarrollo de los sectores populares argentinos y fundamentalmente de incrementar la dependencia nacional al imperialismo.
A muy poca distancia geográfica y temporal, la misma maniobra tiene lugar en Brasil. A mayor distancia geográfica, Indonesia, Grecia, etc., constituyen claros ejemplos de estas formas de actuación. De más está entonces internarse en oscuros laberintos subjetivos y de pretendida originalidad para interpretar hechos históricos claros y simples. Lo claro es que se trata de un gobierno cuyo objetivo políticos es la supresión sistemática de toda forma de expresión popular; eso es indispensable para aumentar la expoliación del pueblo, requisito lógicamente necesario para incrementar los beneficios del imperialismo y de los sectores nativos vinculados directamente a él.
El objetivo de la conducción universitaria está en esclarecer, no en oscurecer. El objetivo fundamental es la polarización de las grandes mayorías nacionales contra el imperialismo y sus sirvientes nativos, hoy y en este momento, porque la batalla se da hoy aunque debamos enmarcarla en la lucha permanente.
Entonces, es conveniente dejar a los teóricos e historiadores el gran debate sobre la calificación exacta y la elección de los vocablos. Nosotros, en nuestra condición de soldados de la soberanía del pueblo y defensores del patrimonio económico y cultural de la Nación, debemos dar la batalla frontal contra esta forma aguda de expoliación y de penetración imperialista.
Es traicionar nuestro destino y nuestro deber reemplazar la lucha por el debate de cenáculo. El único debate válido es aquel que versa sobre las grandes características de estos servidores del imperialismo. Nosotros, sí, debemos debatir con aquellos que sostengan que este gobierno no se halla al servicio del imperialismo o con aquellos que entienden que la penetración imperialista es beneficiosa para el bienestar de nuestro pueblo; pero no entrar en debates argumentando si las órdenes las reciben telegráfica, telefónica y oralmente; si la Unión Industrial es más culpable que la Sociedad Rural o viceversa; si una fuerza armada está menos engañada que otra, etc.
¿Cómo se da esta batalla? Difundiendo, a través del material y la agitación, la naturaleza de este gobierno entre las grandes mayorías de la población y específicamente, en la gran masa estudiantil; difundiendo entre los estudiantes lo que muchas veces no supimos difundir: el por qué del interés del imperialismo y de sus lacayos en la supresión de la autonomía universitaria, del cogobierno, en el incremento del limitacionismo, en la departamentalización, etc., difundiendo la real naturaleza del problema ferroviario, del portuario, del FMI, del nuevo tipo de Sociedad Anónima, de la nueva ley de Hidrocarburos, de la supresión de la co educación, de la intervención a laos sindicatos y de los planes de enajenación de YPF, Aerolíneas Argentinas, Flota Mercante y Agua y Energía.
El imperialismo y sus lacayos nos brindan elementos de lucha muy gruesos y muy concretos como para que perdamos el tiempo con endebles abstracciones. Dejemos de plantear, con una permanente carta negativa, el problema de la renuncia y la no renuncia; el que renunció, renunció, y el que no renunció, no renunció, y nuestro deber consciente está en impulsar a unos y otros a la lucha antiimperialista. El juicio final acerca de la mayor corrección de una línea se redactará en la paz de la victoria y no en el fragor de la batalla, donde está en juego nuestra propia existencia. Dejemos de hablar catedrática y magistralmente y organicemos la resistencia contra la colonización de nuestra patria.
La liberación Nacional será obra de la amplitud y la real comprensión de la realidad argentina y no del sectarismo y el devaneo intrascendente. No nos consideremos profetas en pretender dar las formas exactas de batalla y de lucha. Empujemos, esclareciendo a las masas a la batalla de la resistencia y ellas mismas adoptarán los métodos correctos.
Para ello, no confundamos, sobre todo, las categorías de”salida”. Este vocablo pareciera ser el incitador de las desinteligencias, y cada grupo se da a la estructuración de sus salida y de su alternativa. Pareciera que a partir del 28 de junio las circunstancias dejaron de ser la baje objetiva de la historia para ser reemplazadas por la simple voluntad.
Nosotros entendemos que la factibilidad de las salidas está determinada por las posibilidades que nos otorga la realidad nacional presente y las circunstancias objetivas que devendrán, no por nuestros sueños ideales.
No debemos entonces confundir las salidas de 1980 con las de 1967. La realidad argentina de 1967 determina, a grandes rasgos, no mecánicamente por supuesto, la factibilidad real de salidas, pero lamentablemente no de aquella que suprima la dependencia de nuestro país del extranjero, ni la existencia de obreros y patrones en la Argentina, sino de la salida que permita y posibilite una mayor libertad de expresión por parte de las mayorías nacionales.
Ello es así, porque las condiciones reales de Argentina 1967, nos muestra un pueblo que necesita todavía transformarse a sí mismo para poder conducir la transformación definitiva de la sociedad.
La crisis del sistema, conjuntamente con el desarrollo de la consciencia política y organización política del pueblo, constituyen las condiciones esenciales para la revolución, y la condición para el desarrollo de estos elementos está dada por la posibilidad de expresión, difusión, organización y lucha de las mayorías nacionales.
La Argentina del 29 de junio no difiere estructuralmente de la del 27 de Junio, porque la estructura económica se modifica por la lucha de los sectores oprimidos, y el 29 de junio no se produjo esta lucha sino, por el contrario, una estocada del imperialismo destinada a incrementar la expoliación de los oprimidos. No es válido, en consecuencia, pretender encontrar una nueva realidad después del 28 de Junio.
Lo concreto es que vivimos una nueva experiencia, pero la experiencia, de por sí, no altera la estructura de una sociedad, por ello debemos pisar la tierra, esclarecer a las mayorías nacionales y conquistar normas que permitan una mayor libertad de expresión y de organización de esas mayorías, conforme a sus intereses auténticos. Estos derechos no se obtienen por concesión graciosa; se obtienen por la lucha de las mayorías nacionales debidamente organizada.
Claro que esto no encierra la solución de todos los problemas del país ni la finalización de la expoliación del hombre por el hombre y de los pueblos por el capital, que lógicamente constituye nuestro más alto objetivo. Pero para llegar a ello, en nuestra realidad con sus condiciones objetivas, es necesario organizar a las grandes mayorías nacionales y, fundamentalmente, a la clase obrera en un movimiento de opinión u organización política que conduzca y ejecute el proceso de emancipación definitiva. Para ello se necesita organización y, por todo ello, la lucha por la emancipación definitiva pasa por la lucha contra la dictadura, sin que sea dable confundir una y otra etapa en este momento histórico.
Una estructura económica capitalista reconoce exclusivamente dos formas de organización política: el corporativismo y la democracia representativa limitada, sean ellos o no de nuestro agrado subjetivo.
Las luchas populares determinan el grado de limitación de la forma representativa.
La fundamentación histórica de la tentativa corporativista radica en obstaculizar las posibilidades de organización de los sectores populares, que tengan por objeto la transformación de la estructura económica, para incrementar paralelamente la expoliación del pueblo. Por ende, nuestra lucha tendiente al esclarecimiento y organización de estos sectores populares pasa, en forma presente e inmediata, por la lucha concreta contra la tentativa corporativista.
En nuestro medio y en este momento, este aspecto se expresa en la necesaria vigencia de normas que permitan la libre expresión, representación y organización de las grandes mayorías nacionales.
Los sectores populares pueden lograr, a través de su lucha, la vigencia de estas normas dentro de un sistema de democracia representativa, jamás dentro del sistema corporativo.
Esta definición, que provocará en los cenáculos teóricos grandes o pequeños debates, no es posible ni responsable eludirla cuando se tiene como objetivo el esclarecimiento y cuando, a 12 meses del golpe de Estado, la inmensa mayoría de los sectores populares perdieron la esperanza en la solución mesiánica de los problemas que aquejan al país.
Entendemos que debilita profundamente la conducción de todo movimiento que pretenda ser masivo, el eludir una definición concreta sobre este problema, y estimamos objetivamente que si ello se hace conscientemente nos enfrentamos ante una carencia de responsabilidad.
Muchos sectores eluden con juegos maquiavélicos de conceptos esta definición. Las grandes revoluciones contemporáneas se han efectuado con claridad, no con maquiavelismo. El maquiavelismo oscurece, debilita, corroe, Jamás construye. El camino ascendente y positivo, por el contrario, se hace con claridad, se hace construyendo. Se lanzan fórmulas que evaden el problema, se dan denominaciones pomposas a diversos tipos de alternativas o a diversas combinaciones frentistas, pero no se dice cuál es el objetivo inmediato de esos frentes ni de esas alternativas. Jamás se especifica cuál es el camino concreto para el logro de estos objetivos finales. Todos los grupos están con lo que no se concreta es el objetivo inmediato de esa alternativa popular. Todos estamos de acuerdo en un gobierno antiimperialista, pero se evade decir cómo y cuándo se constituye.
Se plantea lo desagradable y lo negativo de regresar al estado anterior. Esa realidad negativa depende exclusivamente de la existencia o no de una fuerza política representativa, cuantitativa y cualitativamente, e los intereses de los sectores populares. En la medida en que las mayorías nacionales se organicen políticamente conforme a sus auténticos intereses que son los de la Nación misma, la democracia representativa será menos limitada y tendrá menos facetas negativas que el estado anterior y aportará elementos auténticos de avance hacia la definitiva transformación. Si esto no existe, menos aún se puede sustentar la inminencia de la revolución. ¿Quién a través de qué va a ejecutar esta revolución?
Conforme al plan del imperialismo, después de golpear a las organizaciones populares, después de incrementar nuestra dependencia económica, después de apoderarse de nuestros recursos energéticos, después para dotar de legalidad y estabilidad nacional e internacional a sus”conquistas”, presionará para la realización de elecciones. Si llegado ese momento, sus lacayos no han estructurado las bases para la implantación de un régimen corporativo, se desembocará en una salida a la brasileña. Para evitar la salida brasileña se hace necesario esclarecer a las mayorías nacionales denunciando las limitaciones y el contenido de esta trampa del imperialismo y es imprescindible esclarecer acerca del carácter de las elecciones que se deben reclamar: elecciones sin proscripciones, elecciones sin limitaciones a las organizaciones del pueblo.
Consideramos negativa la indefinición, porque no esclarece y permite que el imperialismo consume su plan si réplica. Se está perdiendo el tiempo de esclarecer y, en consecuencia, de organizar. Es imprescindible también la denuncia del equipo frondizista- frigerista y del conservadurismo que pretenden forjar el equipo político del recambio para impulsar, consumar y beneficiarse con la salida propuesta por el imperialismo.
Se podrá argumentar, en el campo de las abstracciones, cualquier cosa, pero los guarismos electorales demuestran objetivamente el predicamento que estas fuerzas tienen en importantes distritos: demuestran que nuestra indefinición sobre las etapas inmediatas favorecen la actuación de estos servidores conscientes del imperialismo.
En definitiva, entendemos que la realidad nacional de 1967 determina, objetiva y subjetivamente, como etapa inmediata, la forma política de una democracia representativa limitada. Dentro de las fuerzas que sostienen esta forma institucional se debe luchar por conseguir la menor limitación posible de esta representatividad y eso solamente se podrá realizar esclareciendo o, concretamente, colaborando con los demás sectores populares en esclarecer a las grandes mayorías nacionales acerca de las características de nuestra etapa política inmediata que surgirá de la realidad y no de nuestros deseos.
“En el plano específico universitario y animado por el mismo espíritu efectuamos un fraternal llamado a todas las agrupaciones o tendencias a dejar de lado el debate ideológico en forma sectaria, lo que no implica, claro está, la renuncia de la ideología y la competencia ideológica.
Convocamos a todos los estudiantes a incorporarse a sus organizaciones naturales, Centros de Estudiante, Federaciones regionales y FUA, para luchas en los nacional contra las entregas concretas al imperialismo y por la vigencia de condiciones que permitan la libre expresión y organización de las mayorías nacionales.
En lo universitario, en contra de las sanciones y los sumarios, en contra de os aranceles, del limitacionismo, en todas sus formas irracionales de enseñanza y por la defensa y el desarrollo de las obras sociales. Por el derecho de reunión y organización de los estudiantes, profesores y egresados; por el libre acceso a las facultades, por la no discriminación ideológica en los concursos, por la representación real de los estudiantes en los organismos de gobierno y por una auténtica autonomía.
Entendemos que dentro de estos rubros caben todos los aspectos reivindicativos, y que estos objetivos llevados con claridad y consecuencia por las organizaciones estudiantiles, permitirán que el próximo congreso de la FUA se constituya en un auténtico evento en contra de la clase obrera y demás organizaciones populares identificados por la lucha de la liberación nacional.
Rosario, Junio 1967